PAUL OTLET
Paul Otlet nació en Bruselas el 23 de agosto de 1868. Pertenecía a una familia acomodada, relacionada con los Linden y los Verhaeren belgas. Su padre, Edouard Ollet, era un magnate en el ámbito industrial europeo, que dirigió la instalación de 19 redes tranviarias en distintas ciudades europeas: La Haya, Múnich, Moscú, Madrid, Alejandría, Nápoles...; fue propietario de unas minas en Soria; en 1886 fundó la Sociedad de Gas en Río de Janeiro; patrocinó la expedición al Congo liderada por Auguste Linden; adquirió la isla de Levant situada entre las ciudades de Toulon y St Tropez en el Mediterráneo, por el que navegaba en su yate Nora durante sus periodos vacacionales y se presentó para ser elegido senador, en cuya campaña le ayudó su hijo mayor Paul. En 1874, una crisis financiera le obligó a trasladarse con su familia a París, donde Paul Otlet asistió a su primera escuela, En 1907 murió Edouard Otlet dejando tras de sí una herencia tan complicada que su administración pesó como un lastre sobre los hombros de Paul Otlet durante el resto de sus días.
La infancia y juventud de Paul Otlet se presentan un tanto peculiares. Huérfano de madre a los tres años, volcó en su Diario la expresión de sus sentimientos, conocimientos y sueños provocados por la soledad en que vivió la mayor parte de su vida. Cuando tenía 14 años, se educó en un colegio regido por los jesuitas en París, ciudad a la que fue su familia con motivo de otra crisis financiera. Permaneció en la capital francesa durante tres años y después regresó a Bruselas; allí fue alumno del colegio de los jesuitas de San Miguel, en el que entabló amistad con Armand Thiéry, su primer amigo.
Paul Otlet se nos presenta en su Diario como un muchacho introvertido, pesimista, impopular, religioso, viajero, ascético, rígido.... Junto con una educación permisiva e intensa, recibió lecciones de piano, danza, caza, equitación... dominaba el italiano y conocía otros idiomas europeos. Su primera publicación se tituló lle du Levant. En sus horas de ocio reunía colecciones de historia natural y de ciencias naturales, y leía libros sobre la filosofía del cristianismo. Sufría bastante frecuentemente depresiones que le impelían a aislarse todavía más, Con su hermano menor Mauricio se divertía con el simulacro de la fundación de una Sociedad Limitada para el Conocimiento Útil. Además de su hermano menor Mauricio tenía cinco hermanastros: Raoul, Adrián, Gastón, Edouard y Rita.
En 1886 obtuvo la graduación académica que le autorizaba el acceso a la Universidad de Lovaina. Compartía sus con las tertulias organizadas por su familia. De los asistentes a ellas los que más interesaban a Paul Otlet eran Edmond Picard, un prestigioso abogado, y su tío Paul Heger, catedrático de fisiología y más tarde presidente de la Universidad Libre de Bruselas, Ambos podían ser calificados de escépticos, liberales y positivistas. Con sus charlas desconcertaban a Paul Otlet, tan cuidadosamente educado por los jesuitas, porque... «¿cómo reconciliar amor, ciencia y acción?». No estaba interesado por la política ni por la religión. Sus preferencias se basaban en una dedicación casi exclusiva a los estudios filosóficos, científicos y sociales.
A sus veinte años va a dejarnos un retrato de sí mismo en un artículo titulado Quod Faciam:
cierto gusto por lo liberal... estudio de la realidad;
— una mente sintética; preferencia por la literatura y la elocuencia;
— rechazo de lo práctico, cierto escepticismo por la acción; horror a enamorarse de la ley.
Apenas un muchacho, escribió el artículo L "Afrique aux noirs, que atrevidamente dedicó al rey beiga Leopoldo II, pues en él declaró su partidismo hacia los indígenas de Africa.
Es en ese año, 1888, cuando se traslada de nuevo a París. Allí conoce otra sociedad más liberal, otro enfoque de la literatura, otro estilo de vida; asiste a fiestas que le desconciertan. Sin embargo, su soledad sigue enseñoreándose de él. Tomó dos importantes decisiones: ayudar a su padre en los negocios cuando terminase sus estudios y casarse con Fernande Gloner.
En el mes de febrero de 1889 viajó a Niza, a la villa Valàre recientemente adquirida por su padre. Fueron unos días angustiosos, se sentía decepcionado por la metafísica y, luchando por llevar cierta estabilidad a su mente, decidió convertirse al agnosticismo. Regresó a París, pero debía volver a Bélgica para continuar sus estudios: se matr'iculó en la Universidad Libre de Bruselas. Sc declaró positivista «Creo en los grandes principios del positivismo y de la ero lución... en el relativismo del conocimiento y en la historia de los conceptos». Coincidió con Herbert Spencer en su teoría de la ley de los tres estados; con Auguste Comte, y con Alfred Fouillée y su idée/ôrce,
Un año más tarde se graduó de doctor en derecho. Colaboró con Picard en su bufele y en la composición del Pandecte,s belge (una obra similar al Aran-adi español), así como en las revistas Palais y Journal des Tribunaux, El 9 de diciembre de este mismo año se casó con Fernande. Cuando en 19()7 murió Edouard Otlet, su hijo Paul se hizo cargo de la dirección de las finanzas familiares a cuyo fin Jos herederos constituyeron 'a sociedad «Ollet Freyes».
La divergencia de caracteres entre Paul Otlet y Fernande Gloner desembarcó, en 19()8, en un proceso de divorcio, Paul Otlet «que no resistía la soledad», se casó de nuevo en 1912 con una mujer rica, Cato Nederhasselt, que dedicó a la obra de Otlet su capital y colaboración.
La explosión de la I Guerra Mundial en 1914, desterró a Paul Otlet y a Henri La Fontaine de Bélgica. El primero se trasladó a Francia y Suiza, y el segundo a Estados Unidos. En su transcurso, Otlet escribía y viajaba por Europa. Sus temas principales eran: la paz, el internacionalismo basado en el asociacionismo, y el acuerdo entre las naciones para evitar otro conflicto bélico. Incansable, escribía, viajaba y se reunía con las distintas personalidades y organizaciones que pudieran llevar a efecto su programa. Un programa que superaba los 14 puntos de Wilson, un programa que aconsejaba la composición de una Sociedad de Naciones en la que pudieran intercambiarse diferentes proyectos políticos, pero con preferencia proyectos culturales. De su actividad se infería que Otlet no era un pacifista sino un internacionalista. Entre sus numerosos escritos, sobre el futuro comportamiento de las naciones para evitar una nueva guerra y establecer los medios necesarios, destaca Le fin de la guerra
Al finalizar ésta, en la que Paul Otlet perdió a su segundo hijo Jean, Otlet y La Fontaine regresaron a Bruselas. Continuaron con su intensa labor: OIB, 1 113, RBU, viajes relacionados con la Sociedad de Naciones, desarrollo y organización de la Bibliografía, legalización y consolidación de la Unión Internacional de Asociaciones (UIA), negocios onerosos de la sociedad «Otlet Freres»..- y, principalmente, composición de las tablas de la Clasificación Decimal, organización de las Quincenas Internacionales y, como coronación, la gran quimera de Paul Otlet, el Palais Mundial, el Mundaneum.
Los dos amigos, Paul Otlet y Henri La Fontaine perdieron parte de su influencia en la Oficina y en el Instituto. En 1939 fueron nombrados vicepresidentes honorarios del IfB/III). Paul Otlet siguió escribiendo incansable y produjo su ya clásica obra bibliográfica Traité de Documentation, cuyo estudio y análisis Ifenana una conferencia, y que ha sido calificado por W. Boyd Rayward como «one ef the first information science textbooks» («Visions of Xanadu: Paul Otlet ( 1868-1944) and Hipertext», en Journal ofthe American Society for Science 4514] 235-250, 1994, pág. 238)
Transcurría 1944 cuando Paul Otlet falleció, un año más tarde que su amigo y compañero de actividades bibliográficas, clasificadoras c internacionalistas, Henri La Fontaine. En sus años de existencia, apenas se concedió reposo alguno; incluso, el mismo día en que murió, estuvo trabajando hasta las siete de la tarde con su joven ayudante y compañero Georges Lorphàvre, al que personalmente entrevisté hace unos años.
Una vida plenamente dedicada a la humanidad y a la cultura: fundó y organizó asociaciones e institutos para promover la expansión del conocimiento intelectual y para situarlo en la política de un nuevo mundo. Bibliógrafo utópico e internacionalista, imaginó y describió el uso de máquinas todavía sin inventar.
Comentarios
Publicar un comentario